Cuando estas cosas las ves en la tele, te afectan por el simple hecho de sentir cuan débiles creen al género femenino algunos especímenes del género masculino, pero cuando ocurre tan cerca de tu casa... cuando oyes el grito desgarrador de la agonía, de la petición de auxilio desesperada, el llanto enloquecido de la muerte... es muy duro
Ella es una mujer maltratada, pero silenciosa, vejada pero sumisa, amargada y sin embargo alegre
Tiene 78 años
Llevaba muy poco tiempo en el barrio, no era una vecina de toda la vida, querida por todos ni alguien conocido por las vecinas de siempre, pero si una mujer respetada y apreciada por sencilla y educada.
Andaba siempre acompañada de su perrillo, al que siempre iba hablando, animando para que no se rindiese, para que continuase caminando. Paradojas de la vida.
Todo el mundo la creíamos viuda, hasta que hace poco, estando en la casa de los milagros que resulta ser casi siempre la peluquería, esa peluqueria de barrio, de las de toda la vida, de clientela fija y rulos omnipresentes, se sinceró: Estaba casada y su marido le pegaba. Lo dejó caer con el peso plomizo que da la desesperación en una confesión de ese calibre, pero nadie supó que hacer ni como ayudar. Ella le quería
Esta mañana la oimos gritar. Eran las 12 y cuarto del medio día. Nadie hemos sabido que ocurría. Tranquilidad. Silencio. Excesivo silencio. El barrio entonaba su particular requiem antes de estallar en sirenas y llantos.
El había intentado matarla. Tres puñaladas. Intentos desesperados por escapar. Golpes en la pared. Tintes de sangre en la escalera.
Un hijo enloquecido que acude a auixiliarla. Un padre que huye con la velocidad del diablo en las piernas. Un hijo cegado que trata de darle alcance. Demasiado tarde. El padre enajenado que se arroja por un puente de la Z30. Queda grave, muy grave, pero inconsciente
Ambulancias, policía, televisión.
Ella se salvará, y se liberará, por que él seguramente, morirá inconciente en su locura
Tal vez, por una vez, haya justicia